No sabía a dónde mirar; apenas podía respirar. Podía escuchar la sangre correr por debajo de mi piel, una asfixia emocional masacraba mi mente, mi ceño estaba inmerso en una tormenta de lágrimas. Entre más veía sus rostros, más se desvanecían.
En medio del desprecio por mi cruel imagen, toque a la puerta de dios pero no supo darme respuesta.
¿Dónde está ese dios redentor?, ¿ese ser omnipotente que todo lo cuida?; las lágrimas me quemaban los ojos; los desdeñados ojos de esta cara llena de desprecio y dolor. Me sentía abandonado, perdido, no sabía qué hacer. De un momento a otro alguien intentaba entrar, el pomo de la puerta se movía bruscamente, Afuera se escuchaban gritos de dolor. El odio que se sentía me erizaba la piel.
De pronto todo mi cuerpo sintió el aborrecimiento y el desprecio que estaba detrás de la puerta, mi cabeza se adormeció, mis manos se entumecieron, mi respiración se hizo más rápida y tragar saliva dificultoso.
La puerta era golpeada con algo que parecía metálico, recuerdo muy bien ese sonido, el sonido de esa vara de metal golpeando la puerta que luego me golpearía 18 veces; golpes acompañados de gritos de desprecio.
Salí entonces de mi carne y no sentía mi peso, mis pies se difuminaban paralelos al suelo, podía flotar; miré para abajo y me vi ahí con el rostro desfigurado y, embestido hasta el rincón de la habitación. Ya estaba todo saldado. Acá en el aire no siento lágrimas ni frío, extrañamente hace demasiado calor.
Despues de 5 años de haberse mudado, un niño terminaba de pasar sus ojos por la nota que acababa de encontrar en un rincón no muy alejado de su cama; era la confesión de un desgraciado, era la história del cuarto.
Gracias por compartirme tus escritos, te admiro! Un abrazo peter
ResponderEliminarque buena y mis creditos jejejeje, dont worry
ResponderEliminar