jueves, 16 de septiembre de 2010

Cuento rápido

Buenas noches es la palabra que las personas suelen usar para terminar el día, pero para ella no es así; a la hora que todo el mundo suele irse a la cama, ella va a una y a otra, y si la noche es buena a otra más. Su lugar de trabajo no queda lejos de su casa, es una esquina, sombría, solitaria, pero no de personas, sino de moral, su uniforme consiste en una escote que deja a la intemperie, y a la vista de todos los compradores, unos senos, unas abultadas y juguetonas montañas color crema, sus piernitas están suavemente recubiertas por un retazos que dejan a la vista su feminidad, su cara de bellos y finos delineamiento son suavemente coloreados
El frío era más fuerte de lo normal, un frío que le movía los nervios rebuscó en su cartera, en ese bolso lleno lujuria, la misma lujuria que se escondía entre sus piernas, a los lejos diviso al fin movimiento, era un única luz que venía en dirección de ella, mientras esperaba para seducirlo con su cuerpo ya conocido en la ciudad, miró el reloj, marcaban las 11:22; ya era hora, exclamó. El vehículo bajo la velocidad cuando se acercaba, ella presentía que venían en su búsqueda, su cara dibujo la risa fingida que sólo saben usar las vendedoras
Miró hacia la cara del individuo que transitaba y éste le respondió con una sonrisa y una rosa color escarlata, escarlata como sus labios. Sorprendida no supo qué hacer, y de su boca, sólo salió
- Valgo más que una rosa, nene.
- La rosa es una simple invitación a charlar.
A ella todo esto le parecía demasiado extraño, nunca en su vida había recibido una rosa, y menos una invitación a charlar.
- Charlar? se preguntó
- Sí, me siento solo, y preciso conversar, sé de tus servicios, pagaré muy bien y podemos ir al café de acá cerca. Estaba confundida, no sabía qué hacer, él parecía un buen hombre, pero recordó las pocas palabras que su madre algún día le brindó, " Caras vemos, Corazones no sabemos ", tenía frío, tenía que trabajar, así qué sólo colocó como condición que fueran caminando.
Antes de comenzar a caminar, ella exigió la paga, él saco del bolsillo una cantidad considerable de dinero y se la entregó con la rosa, no supo qué hacer con ella, y simplemente la guardó en el bolso. él era mucho más alto que ella, aún a pesar de que ella vistiera tacones, inspiraba inteligencia y timidez lo que parecía extraño, y tanteaba los 20 años, Cada paso fue una palabra perdida, ella ya tenía cronometrado el tiempo, el reloj en el momento que marcara 12: 30 decidía la salida de ahí, ingresaron al café y en el instante en el que cruzaron la puerta, todas las miradas se volcaron hacia la pareja
Un casco blanco con líneas rojas y un bolso con una rosa sacando sus pétalos para respirar, descansaron en la mesa, mientras que ellos procedían a sentarse, él le corrió el asiento para que se sentará cosa que nunca le había sucedido; a ella lo único que le corrían eran el labial y los cierres, después de que ella se hubo sentado, él se dispuso a sentarse frente a ella, mirándola con ojos de curiosidad, ella sólo se acomodó sus senos y cruzó las piernas.
- Qué vas a tomar? Preguntó él
- Ella en su ignorancia, sólo dijo un café.
El mesero se acerco, con aire de desprecio; sentía como si su trabajo fuera mucho inferior, preguntó con tono déspota, y desagradable. - Qué se les ofrece? - Nos trae por favor 2 capuchinos, con espuma, y un par de muffins de chocolate, Respondió él rápidamente con un tono pasivo. para deshacerse de la grosería.
Quien inicio la conversación fue ella: - Ud. quién es?, por qué me trata tan bien ?
- ¿Yo no soy nadie, por qué tratarle mal?
- Qué espera de mí? acaso trata de convencerme de algo ? o venderme algo ? por qué una rosa ? Eran muchas preguntas, demasiadas preguntas.
Antes de que él pudiera hablar, llegó el pedido, rápido para que así mismo salieran del lugar. - Él sólo dispuso sus fonemas para decir, Buen provecho. Ella estaba atónita, acaso estaba soñando, quién era él se preguntaba constantemente.


Todo parecía normal, sin embargo el recelo de tanto afecto hacia ella, creaba duda. El mesero atendía diligentemente los pedidos en las otras mesas; de una manera amable, y considerada, cosa que no pasó en la mesa de nuestra pareja, todas las miradas estaban proyectadas hacia ellos. miradas inquisitivas, miradas que trataban de revelar el por qué un hombre tan distinguido aparecía en una mesa con una mujer tan conocida

Ella tenía las piernas cruzadas, su vestido estaba recogido casi que hasta donde comenzaban sus piernas, él tenía la mirada fija en sus ojos; ojos manchados con rímel azul, ojos perdidos e intimidados bajo la observación de ese color miel que con tanto misterio trataba de revelar.

Las preguntas seguían constantes en su cabeza. Cómo era posible ? Qué quería ?
Las preguntas se abultaban en su cabeza al punto que no pudo retenerlas más y de su boca salió un ¿ Y bueno me invitaste a charlar ?, en ese momento la mirada de él reflejo un claro sentimiento de alegría, al fín había dado en el clavo, él bajo una silueta de una sonrisa tímida dibujo con su boca unas pocas palabras, cuando estuvo a punto de salir los fonemas, ella bebía un poco de café, cosa que le dejó la sombra de la espuma de éste. de una menra caballerosa alcanzó una servilleta y llevo su mano a limpiarle esa sombra pintoresca. desgraciadamente el efecto fue otro al que él esperaba, ella institivamente por su trabajo se abalanzó hacia atrás creyendo que lo que venía era un golpe.
Su rabia y pena fue tal que decidió salir del lugar, bajo todas las miradas, bajo el murmullo de todos los clientes, sus pasos se perdieron bajo el tintineo de las campanilla del umbral de la puerta. y ahí quedó él, sólo, y con la servilleta en la mano.
En ese momento mientras ella permanecía en la cama, envuelta en aquella agradable y encubridora oscuridad, en sus labios se dibujó ligeramente una sonrisa, él había vuelto no lo reconocía, al fín cumplió su promesa de acompañarle por siempre en sus sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario